SABÍAS QUÉ...? APELLIDOS HISPANOS DE ORIGEN JUDÍO SEFARDITA COMO EL APELLIDO ILLÁN - 2
de Illán Por El Mundo, el Martes, 01 de marzo de 2011
Cuando
las legiones romanas invadieron la nación judía, gran parte de la
población judía fue enviada al exilio por todo el Imperio Romano. Muchos
fueron enviados a la península Ibérica. Según historiadores varios, se
ha mantenido que los primeros hebreos aparecieron en la península
Ibérica sobre el siglo VI a.c. Lo que supone en la práctica, que su
estancia en estas tierras fue de 2000 años aproximadamente, siendo el
pueblo más antiguo y arraigado en estas bellas tierras (los árabes lo
poblaron de forma militar por unos 800 años y los católicos los llevan
dominando por unos 500 años). La zona se conoció por la palabra hebrea
que significa Sefarad "lejos".
EXPULSION DE LOS SEFARDÍS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
Los
judíos en la Península Ibérica, alrededor de 750.000 en el año 1492,
fueron expulsados de España por la Real Cédula de Fernando e Isabel y
los judíos de Portugal, fueron desterrados por real decreto varios años
después.
El Santo Oficio (Inquisición), fue establecido en primer
lugar en el Reino de Aragón. La inquisición aparece por tanto en el año
1232, por mandato de el Papa Gregorio IX y la fundó Ramón de Peñafort
(dominico) en el ya mencionado Reino de Aragón y bajo el reinado de
Jaime I el conquistador. Posteriormente el Papa Sixto IV, en una bula
fechada en el 11 de Febrero de 1482, establece la creación del “Santo
Oficio” en el Reino de Castilla.
Originalmente la
Inquisición tenía como misión investigar a todos aquellos elementos que
podían ser un peligro para la fe católica. Es por eso que en un
principio no persiguieron ni molestaron a las comunidades judías (en
contra de lo que se cree). Sus objetivos eran aquellos que se habían
convertido (judíos y musulmanes), pero en secreto mantenían sus
tradiciones, liturgia y fe. Entre las medidas que adoptó el Santo
oficio, estaba el prohibir la relación de todo aquel que se había
“convertido” con sus antiguos correligionarios (judíos).
Debemos
reconocer que las “conversiones” se producen por presiones y masacres
del populacho, que siendo arengado desde los púlpitos católicos,
asaltaban las Aljamas con un odio totalmente satánico. Las primeras
conversiones en masa se produjeron en el 1391, el Arcediano de Écija
inició una persecución generalizada contra las juderías, que acabó con
la vida de miles de judíos y la conversión de juderías enteras y por
tanto su desaparición. Toledo, Valencia, Zaragoza y Madrid vieron
desaparecer o menguar en gran manera sus comunidades. Como ejemplo, la
Comunidad de Valencia sufrió tal asalto que no quedó restos de la
aljama, muchos fueron muertos y los que quedaron con vida, se
disgregaron entre los habitantes católicos o musulmanes ocultando su
judaidad y perdiendo su identidad cultural y religiosa.
Pero
muchos otros siguieron fieles a la fe de sus mayores, aunque sólo duró
la tregua 100 años, pues en 1492 se produjo el fatal desenlace.
Es
necesario decir que no se fueron todos, se estima que salieron 200.000,
existiendo 500.000 en Castilla (datos del congreso internacional sobre
la expulsión y sus consecuencias). Pero otros se quedaron: aquellos que
ya estaban hartos de huir y los que tenían posesiones y no las querían
perder (que eran los más) aunque muchos de los sefardíes abandonaron
España después de la conversión, porque la vida como un "cristiano
nuevo" no era como habían prometido debido a la llamada "Limpieza de
sangre" en la cual las leyes fueron establecidas para negar al "nuevo
cristiano" los derechos civiles, es decir, los mismos derechos que los
"cristianos viejos". Muchos abandonaron la Península Ibérica, donde
algunos volvieron y otros no.
La población que quedó
convertida bajo la influencia del dominio español o portugués o el
control de los países más influenciados por la Iglesia Católica no
podría volver abiertamente al judaísmo por miedo al castigo infligido
por la Inquisición. El castigo de reversión o la adhesión secreta varió
desde la humillación a la muerte por el fuego.
Los
judíos tenían prohibido llevar consigo oro, plata o piedras preciosas.
Los cementerios, sinagogas y demás bienes públicos de las aljamas,
fueron confiscados y declarados del Tesoro Real. Fue dado un plazo de 4
meses para liquidar los bienes y abandonar el Reino de la España
unificada bajo los Reyes Católicos. Ante esta situación se intentó una
revocación del edicto de expulsión, por lo que Abraham Senior, Meir
Melamed D. Ishac Abrabanel (y hasta se dice que Alfonso de la
Caballería), intentaron negociar con los reyes ofreciéndoles grandes
sumas de dinero, pero fracasaron. De los que optaron por partir, es de
reseñar Ishac Abrabanel, aunque él recibió autorización de sacar hasta
1000 ducados de oro y joyas por el puerto de Valencia como pago a sus
servicios a la corona.
Aquí comienza la
historia errante de los Sefardíes o Sefarditas. De los que se quedaron,
unos se integraron en la sociedad intransigente y despótica de los Reyes
Católicos (España está llena de Anusím = Forzados). Otros, pasados unos
años, decidieron volver a la fe de sus padres, lo que pagaron con sus
vidas. A estos últimos se les conoció con el termino despectivo de
“marranos". Aun hoy se siguen utilizando refranes y chascarrillos como
el famoso ”que tiro de la manta” o el “que te den morcilla” que fueron
amenazas despectivas que se hacían a los sospechosos de ser judíos.
De
conversos, judíos y cripto-judíos, se llenó el pasaje de los barcos
para el Nuevo Mundo. El mejor camino que podía escoger un converso para
escapar de la persecución inquisitorial, era hacerse clérigo o exagerar
su comportamiento. Otra vía, reservada sólo a las familias principales,
era contraer matrimonio con la aristocracia: El abuelo de Fernando el
Católico fue judío. Otro dato de destacar es el siguiente: Dª. Inés
Fernández Estévez, era hija de un capitán de la guardia real convertido
de judío. De ella tuvo el rey Juan I de Portugal a D. Álvaro, Duque de
Berganza, que casó con Dª. Beatriz Pereira. De este matrimonio procedían
los reyes de Castilla, los de Francia, el Emperador, el Duque de
Saboya, de Mantua, de Florencia, el de Baviera, el de Medina Sidonia, el
de Lerma, el de Escalona y muchos más (sin dejar de nombrar al duque de
Alba). Es notoria por tanto la sangre judía en la nobleza y en la
aristocracia española.
Entre el pueblo bajo
se perdió la memoria histórica de los conversos. Son pocos aquí en
Sefarad, los que conocen de su origen judío. Aunque hay excepciones,
como en el pueblo de Hervás (de donde se decía “en Hervás judíos los
más”), allí son de destacar la calle del rabilero, de la sinagoga, de la
moral, sorprendentes son las enormes “magen David” que adornan el suelo
de la entrada al barrio judío.
El decreto de expulsión fue revocado en 1968 con la ley de libertad religiosa de España.
Desde
su expulsión hasta hoy, los descendientes de aquellos españoles se
asentaron en lugares tan dispares como Marruecos, Holanda, Italia,
Turquía, Yugoslavia, Reino Unido, Grecia, Rumania, Bulgaria, America
etc.
Un dato de la historia que es para valorar, es que
cuando estalló la guerra de Bosnia Herzegovina, la comunidad sefardí
escribió al rey de España solicitando ser repatriados, pues ellos eran
súbditos del rey de España, … y regresaron a su amada Sefarad.
Pero
otras rutas que tomaron los expulsos, tenían como destino otros países
más distantes y distintos: todos los países del recién “colonizado”
continente. Conocidas son las listas de los pasajeros de los viajes de
Colón y su gran número de judíos conversos (o cripto-judíos) hasta el
90% de la tripulación. Conocidos son los apellidos Illán, Castellano,
Toledo o Toledano, Castillo y muchos más de claro origen judío.