de Illán Por El Mundo, el Lunes, 21 de febrero de 2011
Los
cántabros adoptaron la onomástica de origen grecolatino a medida que se
fueron romanizando pero su difusión y vigencia actual no se debe
exclusivamente a los romanos. Tanto como la tradición clásica influyó la
vinculación de estos nombres con el santoral cristiano, porque los
nombres de los santos y mártires eran, en un primer momento, todos
grecolatinos y la cristianización de Occidente y, por ende, de Cantabria
fue decisiva a la hora de fijar el repertorio.
La continuidad de la onomástica latina está atestiguada en las lápidas medievales y en los primeros cartularios medievales.
Interesantes
son los casos de los nombres latinos Iulianus y Amelianus Iulianus y
su forma femenina Iuliana, serán utilizados sin interrupción, como lo
prueban las formas medievales de origen vulgar Illán/Ullán e Illana. Hoy
funcionan como apellidos, pero han caído en desuso como nombres
personales sustituidos por las formas cultas Julián y Juliana.
En
el siglo XIII se extendió la moda de dar nombres de santos a los recién
nacidos utilizándose los nombres latinos como Iulianus y posteriormente
la obligación impuesta por el Concilio de Trento de recoger los
nombres de bautizo exige el registro del nombre personal y de los dos
patronímicos, el paterno y el materno. A partir de este momento podría
decirse que han quedado cerrados definitivamente tanto la estructura
onomástica como su reportorio.
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